JOSE ANGEL
ALVAREZ CRUZ
Siempre me
he sumado a los que aún piden una salida diaria para Sierra Maestra, desde hace
unas dos semanas ese deseo se cumple y esta redacción prácticamente no
descansa.
Fue el
funesto Sandy con sus destrozos el que impulsó esta idea, porque la gente
necesitaba estar informada y orientada en una provincia donde hasta hace un par
de días solo el 28 por ciento de sus habitantes tenía corriente eléctrica.
Debo
admitir que el cansancio me persigue, son muchas horas al día con una plantilla
que es casi un tercio de la que existía cuando la tirada era diaria, y aunque
mi esposa y mi hija me reciben tarde cada noche con cara de reproche, les confieso
que este ajetreo comienza a gustarme.
Somos un
grupito de “damnificados” que no descansamos, si les digo la verdad no sé que día
hoy, pero estoy seguro que hay periódico.
Una de mis
recién graduadas me preguntó ayer cuando le iba a dar un “diez” para lavar, no
tengo idea de que advirtió cuando la miré, pero me dijo “supongo que por la
madrugada verdad”, parece evidente que
me entendió.
No puedo
dejar de mencionar un hecho que no por simple a la vista deja de ser una
muestra de compromiso con el medio. Resulta que en la primera quincena de este
mes había cuatro vacaciones planificadas, incluso ya cobradas salarialmente, lo
curioso es que siguen aquí todos los días y nadie se refiere al tema.
Entre estas
pequeñas cosas que engrandecen el alma, esas que haces porque quieres y cuya
única gratificación es el placer de haber hecho lo correcto, nos debatimos
aquí, dejando atrás el hogar, tal vez sin techo ni luz.
Pero aquí
seguimos, aquí estamos, todos los días enamorados de
este papel
que nos tocó desempeñar, asistiendo a nuestra realidad y compartiéndola con los de esta parte de
Cuba, los que fuimos asolados por “Sandy” , pero levantados desde los cimientos
y decididos a mirar adelante.
Así me
flechó este Sierra Maestra con salida diaria, no se hasta cuando durará, pero
mientras tanto, yo disfrutaré aquí y mi esposa, pretendiendo que yo no lo
advierta, seguirá guardando los periódicos y recibiéndome con el rostro
fruncido.
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