martes, 6 de noviembre de 2012

El diario que me flech

JOSE ANGEL ALVAREZ CRUZ
 
Siempre me he sumado a los que aún piden una salida diaria para Sierra Maestra, desde hace unas dos semanas ese deseo se cumple y esta redacción prácticamente no descansa.
Fue el funesto Sandy con sus destrozos el que impulsó esta idea, porque la gente necesitaba estar informada y orientada en una provincia donde hasta hace un par de días solo el 28 por ciento de sus habitantes tenía corriente eléctrica.
Debo admitir que el cansancio me persigue, son muchas horas al día con una plantilla que es casi un tercio de la que existía cuando la tirada era diaria, y aunque mi esposa y mi hija me reciben tarde cada noche con cara de reproche, les confieso que este ajetreo comienza a gustarme.
Somos un grupito de “damnificados” que no descansamos, si les digo la verdad no sé que día hoy, pero estoy seguro que hay periódico.
Una de mis recién graduadas me preguntó ayer cuando le iba a dar un “diez” para lavar, no tengo idea de que advirtió cuando la miré, pero me dijo “supongo que por la madrugada verdad”,  parece evidente que me entendió.
No puedo dejar de mencionar un hecho que no por simple a la vista deja de ser una muestra de compromiso con el medio. Resulta que en la primera quincena de este mes había cuatro vacaciones planificadas, incluso ya cobradas salarialmente, lo curioso es que siguen aquí todos los días y nadie se refiere al tema.
Entre estas pequeñas cosas que engrandecen el alma, esas que haces porque quieres y cuya única gratificación es el placer de haber hecho lo correcto, nos debatimos aquí, dejando atrás el hogar, tal vez sin techo ni luz.
Pero aquí seguimos, aquí estamos, todos los días enamorados de
este papel que nos tocó desempeñar, asistiendo a nuestra realidad  y compartiéndola con los de esta parte de Cuba, los que fuimos asolados por “Sandy” , pero levantados desde los cimientos y decididos a mirar adelante.
Así me flechó este Sierra Maestra con salida diaria, no se hasta cuando durará, pero mientras tanto, yo disfrutaré aquí y mi esposa, pretendiendo que yo no lo advierta, seguirá guardando los periódicos y recibiéndome con el rostro fruncido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario