JOSE ANGEL
ALVAREZ CRUZ
EL viejo
mito de la resurrección que plantea la vuelta a la vida después de la muerte,
bien podría ser motivo de debate hoy en la ciudad de Santiago de Cuba, seis
meses después de que el huracán Sandy redujera la urbe a un montón de escombros
y desechos forestales.
Pero quién
dijo muerte, si ni siquiera el demoníaco meteoro pudo cortar la “respiración”
de esta porción de Cuba, que aquella fatídica madrugada del 25 de octubre se
aferró a su existencia, resguardada en la voluntad de su gente y la convicción
de levantarse y construirse desde los cimientos.
Algunos que
apreciaron la magnitud del desastre pronosticaron una lenta recuperación y la
durabilidad de la una huella que a la vista de todos permanecería mucho tiempo
para dolor de los santiagueros, que días antes, orgullosos, mostraban a su
Ciudad Héroe a cada visitante a sabiendas de la grata impresión que causaría.
La urbe
quedó desnuda, sin árboles, sin sombra y con decenas de miles de viviendas
destruidas total o parcialmente. El
casco histórico en ruinas, comercios, cafeterías, restaurantes y centros
nocturnos reducidos a la nada.
Pero lo que
tenía que suceder sucedió, Santiago se levanta y del dolor que entonces emergía
de entre los escombros sacó la fuerza para cambiarle la cara al desastre y
mostrar en solo seis meses una luminosidad y nivel de recuperación que no
esperaban muchos, incluyendo a este reportero, testigo fiel de cuanto Sandy
Destruyó.
Hay mucho
por hacer, sobre todo en las viviendas de las cuales más de 40 mil permanecen
sin techo, pero llegará la solución algunas más temprano que tarde, otras
lamentablemente tendrán que esperar un poco más, pero al final todo volverá a
ser como antes e incluso mejor porque para eso se trabaja con la seriedad y
los
recursos necesarios.
La limpieza
es hoy un elemento distintivo en las arterias, también rebosante de lumínicos y
coloridas vallas y pancartas que hacen olvidar por momentos que hace poco
tiempo la furia de los vientos se ensañó con esta tierra.
El centro
de la ciudad, sus sitios emblemáticos, la monumentalidad y otros lugares hoy
deslumbran mucho más que antes de Sandy, pero no es posible recuperar todo al
mismo ritmo, y todavía, sobre todo en
barrios periféricos, las secuelas oscurecen un tanto esta luz que comienza a
ganar espacios en toda la provincia.
Santiago de
Cuba acostumbra a eso, a caminar sobre la cuerda floja segura de llegar a la
otra punta, sorteando obstáculos, equivocándose y rectificando, buscando la
mejor alternativa y al final ganando.
Pero no es
fácil reconstruir una urbe con tamaña afectación, en el camino se han cometido
errores, de cálculo, de estrategias, como ocurre normalmente en cualquier
inicio de una gran obra, sin embargo los objetivos siempre han estado claros y
esa es la fuerza
que augura
el triunfo al final del camino.
La calurosa
Ciudad Héroe pide a gritos la reforestación su desnudez hace más agobiante las
altas temperaturas. Qué bueno ver como los arbustos ya comienzan a poblar
parques y arterias, falta tiempo aún pero volveremos a tener sombra y
jardines.
Eso es
parte de un plan que se acomete con rapidez sobre bases científico-técnicas que
integren los aspectos estéticos, paisajísticos, ambientales, agrícolas,
silviculturales, culturales y patrimoniales.
La idea es
hacerlo sostenible y lograrlo en un plazo de diez años, con asesoría
experimentada, de manera ordenada y con la idea de que convertirlas en áreas
con una protección que garantice su durabilidad y belleza.
Así se
muestra Santiago de Cuba en el año del sesenta aniversario de los asaltos a los
cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, efeméride de la cual será la
sede central y que sus habitantes aspiran a celebrar con resultados positivos
en todos los órdenes.
Para
cumplir con esta meta, ganarle definitivamente a Sandy es una cuestión
esencial, un problema de principios. Si dice un estribillo que 20 años no son
nada, seis meses aquí demuestran que el tiempo es solo un elemento más dentro
del engranaje cuando se trata de la
Cuna de la
Revolución.
La desnudez va cediendo mientras el sudor
corre por las calles y el empeño gana terreno, es una verdad inobjetable que me
inspira a terminar con una frase que escuché hace unos días: “Lo fácil ya lo
hicimos, lo difícil lo estamos haciendo y lo que muchos creen imposible nos
costará trabajo pero lo vamos a hacer también” .