lunes, 31 de octubre de 2011

El sabor de la nostalgia

José Angel Álvarez Cruz
Por una de esas vistitas al puro estilo campista estuve este domingo en la zona de sigua, unos cuantos kilómetros monte adentro en la carretera de la comunidad serrana de Alta Gracia y lo que escuché por allá fue triste, tanto como el rostro de quienes ya adentrados en muchos años me contaron esa historia.
  Fui a tocar con las manos la finca de un citadino emigrado al campo que me explicó que había obtenido muchos frutos de una tierra que recién le habían entregado en el lejano lomerío, pero el jeep me delató en la zona con un inmenso cartel que en el parabrisas dice PRENSA.
  Unos minutos después dos ancianos campesinos llegaron hasta allá cuando apenas había bebido un sorbo de café: Haga su trabajo periodista solo queremos hablar con usted antes de que se marche, me dijeron.
  Primero, comprobé cuan real era lo que me había comentado este nuevo inquilino del lomerío, sus logros eran ciertos, tenía numerosas cultivos en producción, un ganado a todas luces bien cuidado y alimentado y unos deseos más grandes que "la conchita", su finca de dos caballerías.
  Pero vino la nostalgia en dos rostros caminando hacia mí y escuche un lamento salido desde los profundo de un par de corazones campesinos.
  Me contaron que un carro cisterna de leche sube unos doce kilómetros de camino serrano para buescar unos sesenta litros de leche cada día en el mismo lugar donde unos 30 años atrás ser acopiaban alrededor de mil 500, que los campesinos se habían marchado a la cuidad y que en aquella zona solo quedaban unos pocos, en verdad muy pocos.
  Aquí siempre hay comida para los animales, porque es un lugar muy verde donde siempre llueve, el ganado engorda por días pero la gente se fue porque antes los precios que nos pagaban por nuestro sacrificio eran muy bajos, ahora eso ha cambiado, por favor ponga eso en su periódico y díganle  al pueblo que aquí hay un potencial enorme para sembrar y criar, tal vez eso le devuelva la vida a este lugar que mire cual lindo está como invitando a venir, dijeron.
  Prometí contar en detalles lo que percibí y así lo haré en el periódico para el cual trabajo, pero quise compartir esto aquí porque la verdad es que me maravilló ese lugar ahora que la gente de campo poco a poco retorna a su semilla y algunos de la urbe también vuelven su mirada hacia allá.
  Realmente es un sitio bello, con lagunas y represas repletas de agua y ríos y manantiales que garantizan la fertilidad del suelo. 
Ojalá quienes de allí se fueron retornen y entonces casi estoy seguro que el camión cisterna subirá cada día la esa montaña para buscar mil 500 litros de leche o quien sabe si más.

viernes, 28 de octubre de 2011

La informatización de la diplomacia norteamericana

José Ángel Álvarez Cruz

Quién se atrevería a negar la alta tecnología con que operan la inmensa mayoría de todas las empresas norteamericanas. Quién cuestionaría la calidad de un producto concebido en los laboratorios primer mundistas de esta nación o en una de sus flamantes industrias.
Ahora, en el siglo de la informatización, esta idea cobra fuerza y se extiende a ramas inimaginables como la diplomacia, y prueba de esto son los discursos que pronuncian los representantes de Estados Unidos en los diferentes foros mundiales sea cual sea el tema.
Pero en esta ocasión yo, sin embargo, solo quiero referirme al tema del bloqueo económico comercial y financiero que han mantenido sucesivos gobiernos norteamericanos contra Cuba durante cinco décadas.
En una revisión somera que hacía hace unas horas sobre los pretextos expuestos en sus discursos ante la ONU, por los diplomáticos de Estados Unidos para mantener vigente ese mecanismo diabólico que ellos llaman embargo, apreciaba que
hasta las oraciones se parecen y muchas palabras se repiten de año en año.
No me quedan dudan entonces de que la informatización los alcanzó, definitivamente has sido programados y al parecer, algún genio ha bloqueado sus memorias, no pueden ni siquiera “reiniciarse” y lo peor es que el acceso a su “disco duro” tiene contraseña y solo se puede entrar desde un oscuro cuartito situado en la casa blanca.
“El embargo es un pretexto de Cuba”, “le deben sus carencias a sus deficiencias y malas planificaciones económicas”, “son ellos los responsables y no Estados Unidos de los recursos que escasean  por su maltrecho sistema”, son frases que se repiten hasta la saciedad.
 Pero sin dudas la copa fiel se refleja con cada letra en un parlamento archiconocido que ya todo el auditorio espera: “el embargo es un asunto bilateral que no debe ser traído a esta asamblea”, repiten hasta la saciedad.
Hasta el canciller cubano Bruno Rodríguez lo adelantó en su discurso como posible argumento de la intervención norteamericana en su intento por justificar el bloqueo y así fue.
 
Mientras, aquí simplemente preguntamos que si el bloqueo es un pretexto de los cubanos, por qué no nos lo quitan y nos dejan sin pretextos.
 Yo no tengo contraseña para penetrar al “disco duro” de los diplomáticos made in USA y además estoy seguro que no lograré en ningún soporte colocar esta reflexión en una PC de un algún integrante de sus esferas de poder, pero me satisface sobremanera
advertir el papel ridículo que la mentira norteamericana desempeño en la ONU.
No es el placer morboso de ver desmentido a un país cuya política hostil contra Cuba tiene cada vez menos seguidores, es simplemente la agradable sensación que provoca el triunfo de la verdad aún en un escenario tan polarizado.
No obstante, estoy casi seguro que las leyes que sustentan el bloqueo de Estados Unidos contra esta nación permanecerán inamovibles igual que ha sucedido durante 20 años, a pesar de las repetidas resoluciones aprobadas por la Asamblea General de la ONU.
Pero Cuba seguirá su camino al margen del bloqueo, que afecta es cierto,  pero no detiene a los millones de habitantes de este archipiélago que trabajan por un futuro próspero y de bienestar común, arropado en las conquistas sociales que exhibe orgullosa la Revolución.
Sin prisa pero sin pausa, así materializamos aquí los cambios necesarios para hacer perdurable un proyecto que precisa transformaciones en la coyuntura actual, pero que se sustenta en el principio inalienable de la igualdad de posibilidades para todos.