martes, 27 de diciembre de 2011

Levantemos las copas por un año mejor


José Ángel Álvarez

Dan las doce campanadas del último día del año, casi todos esperan frente al televisor las notas del Himno Nacional y un abrazo gigante se da Cuba. El balde de agua a la calle, el puñado de arroz para que no falte la comida o el coco que rueda por el piso de la casa que recoge lo malo del año que pasó tienen un factor común, las esperanzas de un futuro mejor para este país.
Los hijos de este país guardan esperanzas en los bolsillos de que con su empeño y sus ganas de salir adelante cada año que culmina de paso a un mejor porvenir.
Se reúne Cuba este día y con las mismas manos callosas que trabajó sin desvelo mueve la púa de su lechón que compartirá con todos, los mismos pies que caminaron deprisa,  escalaron montañas o pedalearon para llegar puntuales al trabajo bailarán hasta el cansancio para festejar con un buen trago de ron o la cerveza fría el mañana que se empeña cada día en construir.
Algunos vestidos de rojo para la buena suerte o con prendas nuevas para recibir el año venidero  festejarán sus aciertos y fabricarán otros sueños.
Cuando el reloj marque las doce, los cubanos del mundo entero, los de aquí con la alegría de ver el tiempo pasar por Cuba y Cuba por el tiempo y los de allá con la nostalgia de las distancias, abrazarán a su bandera, y alzarán sus copas para brindar por esta nación.
Ese día la familia procura estar junta para darse ese apretón de manos que la premura del día a día no lo permitió.
El amor callado aflora, los témpanos de hielo se derriten y los rencores se rinden para dar paso a la armonía y cumplir con aquello de “si terminas el año bien, el otro será mejor”.
Muchos santiagueros seguro encarnarán tradiciones como estas, unos aferrados a sus coloridas historias, otros moribundos de dicha y amor, enseñando sonrisas y espantando el dolor.








viernes, 16 de diciembre de 2011

Central Fotovoltaica Santamaría del Loreto. Quince años Solares


YANET ALINA CAMEJO FERNÁNDEZ

La oscuridad era protagonista de las noches de más de un centenar de pobladores de la comunidad rural Santamaría del Loreto, ubicada aproximadamente a 60 kilómetros de la provincia de Santiago de Cuba.
Un farol incandescente alumbraba los momentos de tranquilidad en que los vecinos se reunían para compartir las oscuras y aburridas horas en el macizo montañoso de la Sierra Maestra.
Hace quince años a este poblado llegaron trabajadores del Centro de Investigaciones de Energía Solar (CIES) para transformar la rutina de sus habitantes. Una central fotovoltaica de pequeña potencia, la cual aprovecha la radiación solar en ciclo de investigación-producción, alumbraría y mejoraría las condiciones de  vida de los serranos.
Un sistema centralizado con una potencia de generación de 16 kilowatt-pico, con dos inversores de corriente, es la fuente que ha posibilitado electrificar la comunidad de Santamaría del Loreto y garantizarle un servicio ininterrumpido y estable.
José Emilio Camejo, ingeniero del CIES, manifestó que la central —con 15 años de funcionamiento— ha garantizado la iluminación pública y doméstica, así como a instituciones de asistencia médica y centros laborales de producción, en una comunidad que vive de sus producciones agropecuarias y durante años estuvo alejada de los beneficios de la modernidad.
Esta central fotovoltaica constituyó la primera experiencia a escala media en las condiciones climáticas de Cuba y tiene un considerable interés científico y tecnológico para fabricantes, instaladores y científicos del mundo, específicamente del área Centro y Latinoamericana.
Durante estos 15 años la Central Fotovoltaica Santamaría del Loreto, ha ahorrado alrededor de 262,8 toneladas de petróleo, lo que se traduce, económicamente, en un ahorro considerable de divisa al país, con la consiguiente eliminación de emisión a la atmósfera de sustancias tóxicas.
La tecnología fotovoltaica ha tenido sostenidos progresos en los últimos años como resultado de esfuerzos mundiales.
Rubén Ramos, director del CIES, subrayó que más de 10 000 instalaciones cubanas se han beneficiado con el uso de paneles solares fotovoltaicos, y aseveró que el impacto social, económico, científico y tecnológico habla en favor de la sostenibilidad y generalización de esta tecnología para la electrificación de comunidades rurales en el país.
El CIES sobresale en su tesón por crear una cultura energética y ambiental. Es el progenitor de instituciones como Cuba Solar y Ecosol, donde destaca la formación de cientos de especialistas y técnicos en la lucha por un desarrollo enérgetico sustentable al servicio de la población.





viernes, 9 de diciembre de 2011

Las luces de los derechos humanos en Cuba no son artificiales


Las luces de los derechos humanos en Cuba no son artificiales
JOSE ANGEL ALVAREZ CRUZ

Una vida sin violencia, la asistencia social sin distinción para todos sus habitantes, la gratuidad y universalidad de los sistemas educación y  salud, son algunas de esas luces que este 10 de diciembre iluminarán a toda Cuba.
Qué puede hacer ante esta realidad un grupo de fanfarrones que pretenden lanzar fuegos artificiales frente a las costas cubanas, con los cuales dicen “demandar” respeto a los “derechos humanos”. Solo ganarse el salario del día y negociar el apoyo mediático que siempre generan las acciones subversivas contra nuestro país.
Esto y nada más, porque los avances de esta pequeña nación en esa materia son irrefutables, aunque la prensa occidental no las divulgue y “libertad de expresión” made in USA vuelva el rostro para no verlas.
Quien llega a hospital cubano recibe lo mejor de esta institución y solo preguntan su nombre para que conste entre los atendidos como es rutina en cualquier parte del mundo. Sin embargo, su filiación política, credo, salario y color de la piel están al margen, eso no es importa aquí para recibir un trato de excelencia.
Es el derecho a la vida el principal de todos, porque si no puedes garantizar eso, los demás no hacen falta.
Tal vez una taza de mortalidad infantil que ronda los cinco fallecidos por cada mil nacidos vivos -un nivel primermundista- pueda ser un referente, por supuesto, mucho mejor que el del país de donde intenta zarpar la provocadora flotilla.
Ha visto usted escuelas en las montañas más intrincadas de una agreste geografía, pues en Cuba existen y muchas, con tecnologías muy avanzadas y con profesores que garantizan cero analfabetismo y un crecimiento sostenido del intelecto y el nivel cultural de la población serrana.
Pero igual para los discapacitados con cualquier tipo de limitación, su inserción a la vida social como un ser útil, es una prioridad que tiene todo el apoyo de las instituciones y la ley, y que florece como una gran verdad que nuestros enemigos prefieren obviar.
El deporte y la cultura son favorecidos en el presupuesto estatal cada año y los frutos de esa política se transforman en éxitos a los que el mundo asiste a cada instante, en algunos casos sin comprender que son posibles porque aquí hay derechos humanos garantizados.
En medio de toda esta realidad, mucho más amplia que lo que estas líneas refieren, un grupo de tontos ilusionados o comprados, pretenden con pequeñas luces artificiales, opacar la luz natural de un pueblo cuyo derecho más preciados es defender sus derecho a tener derechos.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Enamorados del arte de enseña


LILIET MORENO SALAS

A veces las encontramos de casualidad, paseando con sus hijos o nietos, o increíblemente aún en las aulas, y aunque sus brillosas canas delatan los años que han dedicado a enseñar, el amor por la profesión y a sus pequeños o jóvenes alumnos, no les permiten decir adiós al magisterio.
Cuantos recuerdos traen a la memoria de todos los que tuvieron la dicha de tenerlas como maestras o seño, como las llaman los más infantes, vivencias imborrables a pesar del tiempo.
Muchas, se niegan a alejarse de esos espacios que han constituido su segunda casa, donde las esperan diariamente un “ejército” de “hijos” a los que educar y guiar por un camino de sabidurías.
Frente al pizarrón las vemos, con su caminar pausado, firme voz y palabra certera, siempre dispuesta a explicar una y otra vez, felices de ver crecer y aprender a sus pequeñines, lo que significa para ellas, el mejor regalo.
A otras, en cambio, los avatares de la vida no les permitieron continuar su obra en las aulas, a las que dedicaron gran parte de su vida, sin embargo, difícilmente olviden el nombre y las características de cada uno de sus estudiantes y siempre que la salud se lo permite, tienen las puertas de sus casas abiertas para repasar o ayudar a quien lo necesite.
Resulta fácil verlas recordando anécdotas de esos tiempos  en la que cada día iniciaban una lección; cuando tenían que consolar y mimar algún niño que no se adaptaba al horario escolar, o sencillamente dialogar con alguno que no cumplía con sus deberes.
¡Cuánta emoción emana de esos ojos soñadores, cuántas experiencias por contar, por transmitir! Esas son las profesoras de ayer, de hoy y de mañana, las que dejan en cada discípulo una huella de inteligencia y disciplina.
Si nos detenemos por unos minutos y pensamos en nuestra primera maestra, es casi imposible no recordar cuando con paciencia y dedicación nos mostraba los colores y las primeras letras, y jugábamos a ser mamá o papá, médicos, enfermeras o periodistas, con la que aprendimos a dar los primeros trazos en nuestros cuadernos.
Pero la segunda y la tercera también son inolvidables, porque con ellas continuamos escalando peldaños que nos condujeron a la cima, convirtiéndonos en hombres y mujeres de bien, en los que cada día ven sus sueños convertidos en una linda realidad.
Así son los maestros cubanos, los que desinteresadamente, sin importar raza, edad, nacionalidad o clase social, cultivan valores, y conciben en cada amanecer un mágico baúl, de donde nacen las más diversas y eficaces maneras de  transmitir conocimientos.
Felicidades a todos los profesionales del magisterio cubano, a los que se iniciaron en el año 1961 y protagonizaron la Campaña de Alfabetización, a los que sin temor a lo desconocido han cruzado las fronteras para instruir a hermanos de otros países.
A los que hoy se encuentran en las aulas y a esa nueva generación que se prepara para seguir sus pasos, los que tienen que aprender de todos esos “grandes” educadores que no renunciarán jamás a tan bella y humana labor, que es el arte de enseñar.