viernes, 9 de diciembre de 2011

Las luces de los derechos humanos en Cuba no son artificiales


Las luces de los derechos humanos en Cuba no son artificiales
JOSE ANGEL ALVAREZ CRUZ

Una vida sin violencia, la asistencia social sin distinción para todos sus habitantes, la gratuidad y universalidad de los sistemas educación y  salud, son algunas de esas luces que este 10 de diciembre iluminarán a toda Cuba.
Qué puede hacer ante esta realidad un grupo de fanfarrones que pretenden lanzar fuegos artificiales frente a las costas cubanas, con los cuales dicen “demandar” respeto a los “derechos humanos”. Solo ganarse el salario del día y negociar el apoyo mediático que siempre generan las acciones subversivas contra nuestro país.
Esto y nada más, porque los avances de esta pequeña nación en esa materia son irrefutables, aunque la prensa occidental no las divulgue y “libertad de expresión” made in USA vuelva el rostro para no verlas.
Quien llega a hospital cubano recibe lo mejor de esta institución y solo preguntan su nombre para que conste entre los atendidos como es rutina en cualquier parte del mundo. Sin embargo, su filiación política, credo, salario y color de la piel están al margen, eso no es importa aquí para recibir un trato de excelencia.
Es el derecho a la vida el principal de todos, porque si no puedes garantizar eso, los demás no hacen falta.
Tal vez una taza de mortalidad infantil que ronda los cinco fallecidos por cada mil nacidos vivos -un nivel primermundista- pueda ser un referente, por supuesto, mucho mejor que el del país de donde intenta zarpar la provocadora flotilla.
Ha visto usted escuelas en las montañas más intrincadas de una agreste geografía, pues en Cuba existen y muchas, con tecnologías muy avanzadas y con profesores que garantizan cero analfabetismo y un crecimiento sostenido del intelecto y el nivel cultural de la población serrana.
Pero igual para los discapacitados con cualquier tipo de limitación, su inserción a la vida social como un ser útil, es una prioridad que tiene todo el apoyo de las instituciones y la ley, y que florece como una gran verdad que nuestros enemigos prefieren obviar.
El deporte y la cultura son favorecidos en el presupuesto estatal cada año y los frutos de esa política se transforman en éxitos a los que el mundo asiste a cada instante, en algunos casos sin comprender que son posibles porque aquí hay derechos humanos garantizados.
En medio de toda esta realidad, mucho más amplia que lo que estas líneas refieren, un grupo de tontos ilusionados o comprados, pretenden con pequeñas luces artificiales, opacar la luz natural de un pueblo cuyo derecho más preciados es defender sus derecho a tener derechos.


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