JOSE ANGEL ALVAREZ CRUZ
La próxima visita a Cuba de Su Santidad Benedicto XVI es observada en el mundo con mucha atención, sobre todo de los feligreses que siguen los movimientos del sumo pontífice de la Iglesia Católica, además de los amantes de la noticia, que aunque no profesen religión alguna, van detrás del acontecimiento.
En menos de 15 años esta es la segunda que realiza un Jefe de Estado del Vaticano a la Isla, lo que evidencia una conciencia apreciable en la Santa Sede, de las buenas relaciones que existen
en Cuba entre la Iglesia y el Estado.
Sin embargo, se conoce de pretensiones de algunos grupúsculos, que intentan sabotear la estancia del Santo Padre en la mayor de las Antillas, con el financiamiento y la anuencia de sus amos en el exterior.
Dar la impresión de un país fuera de control, es un objetivo, mostrar una realidad muy distinta a la que vivimos hoy, es otro, pero el propósito supremo es tratar de montar un show al puro estilo de la “disidencia” que sirva a los intereses de quienes luchan por mancillar la dignidad de la Revolución.
Un contundente mensaje del Arsobispado de la Habana leído en los noticieros nacionales y otros espacios salió al paso a esta realidad, con una condena a la “toma” de los santuarios por parte de grupos con objetivos ajenos a la religión.
La declaración agrega que estas instituciones son para profesar la fe y no deben convertirse en trincheras políticas, por lo que se le pide a quienes tienen la intención de acometer actos de esta naturaleza, que cesen en ese empeño.
Como se puede apreciar hay plena sintonía entre la Iglesia Católica y el Estado en la necesidad de hacer de la visita de Su Santidad un acontecimiento histórico y cultural donde prime la paz, la organización, el respeto mutuo y la hermandad.
Al Jefe de Estado del Vaticano lo recibirá un pueblo inmerso en transformaciones que apuntan a la elevación del nivel de vida, a la construcción de una sociedad cada vez más justa y equitativa, complementada con la vocación solidaria e internacionalista que
siempre la ha distinguido.
Por tanto al parecer habrá muy malas noticias para quienes pretenden enturbiar la estancia del Papa en Cuba, porque sus aventuras y provocaciones no encontrarán respaldo popular y pasarán a ingresar la larga lista de intentos desestabilizadores infructuosos.
El pueblo le dará la bienvenida a Benedicto XVI como lo hace habitualmente con cualquier mandatario, con entusiasmo, patriotismo, hermandad y profundo humanismo, principios arraigados en nuestra sociedad.
Con igual sentimiento y hospitalidad serán recibidos los feligreses de todas las latitudes que quieran llegar a estas tierras en ocasión de la estancia del Santo Padre.
Santiago de Cuba y la capital tendrán una vez más la oportunidad de enseñar al mundo la unidad de un país defensor a ultranza de la paz, el bienestar, y el respeto a la autodeterminación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario