Para los santiagueros los desafíos del presente año son tan disímiles,
que sin equívocos incitan actualmente hacia la reflexión de un quehacer diario
de más esfuerzos y consagración al trabajo en cada espacio, de manera tal que
se cumplan con creces los compromisos económicos y sociales pactados, con
vistas a continuar elevando a planos superiores el nivel y calidad de vida de
sus habitantes.
Cuando transcurre el primer trimestre del año, matizado por
la celebración de significativas efemérides que engrandecen la hospitalidad,
heroicidad y rebeldía de una ciudad, que cumplirá próximamente 488 años de
fundada, es imprescindible, sin hacer un alto en el camino, reconocer que aún
mucho se puede alcanzar sobre la base de un trabajo más riguroso, sistemático y
exigente en toda las esferas de la vida.
El salto cuantitativo y cualitativo experimentado en
importantes sectores de la sociedad durante los últimos años, es palpable en
cada sitio santiaguero donde el empuje popular y la acertada dirección del
Gobierno y el Partido en el territorio han variado el panorama e imagen tanto
de su gente como de su infraestructura económica y social.
Sin embargo, es bueno reconocer que todavía en materia de la
vida cotidiana, la cual denominamos popularmente “del cubano de andar a pie”,
quedan muchas cosas pendientes, como consecuencia directa de la falta de
atención a los problemas y necesidades del pueblo, la ausencia de un sistema de
control y fiscalización, el menoscabo del sentido de pertenencia y el
cumplimiento de lo que toca a cada quien.
En reciente visita a más de 270 centros santiagueros de la
gastronomía, el comercio, alimentaria, salud pública, deportes, comunales,
cultura, puntos de ventas de materiales de la construcción y
mercados agropecuarios, entre otros, se evidenció que es necesaria una
mayor entrega, dedicación, esfuerzo y consagración de los colectivos y
administraciones en sus labores específicas.
Los problemas detectados difieren del esfuerzo que se ha
realizado para cambiar el negativo cuadro de la gastronomía, el comercio y la
alimentaria, donde a pesar del trabajo aún persisten problemas con la calidad
de los productos, el desabastecimiento, deterioro de los locales, la poca
oferta, además del déficit en la elaboración, la falta de mantenimiento y el
mal estado de los equipamientos.
De la misma manera se suman indisciplinas, la no presencia de
los administradores en algunos centros, pésimas condiciones higiénicas de las
unidades, inestabilidad de los suministros y la poca concurrencia de las
estructuras productivas a los mercados, entre otros aspectos detectados, que
son muestras de indolencias causando irritación en la población.
Es bueno destacar, que la mayoría de estos problemas son
subjetivos y denotan que todavía muchas personas desde sus modestos puestos
laborales están incumpliendo con sus responsabilidades, lo que reclama
sistematizar el cumplimiento, control, fiscalización y exigencia de la vida
cotidiana del municipio de Santiago de Cuba.
La visita reciente del Consejo de la Administración y el
Partido en la provincia, evidenciaron que trasformar esa situación no es solo
cuestión de tiempo, sino de mucha consagración y amor al trabajo de lo que se
hace diariamente desde un mostrador, la oficina, la panadería, el ómnibus, el
restaurant, el mercado o una unidad gastronómica o del comercio en Santiago de
Cuba.
De lo que se trata es transformar y poner en su verdadero
lugar estas realidades cotidianas, que en la mayoría de los casos ocasionan disgustos
e irritación en la población. Coincido con fervorosos defensores de esta
región, que esa tarea tampoco resulta difícil después de la muestra de
recuperación experimentada al paso de “Sandy”.
Para nadie es un secreto, que como saludo al 60. aniversario
del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, prosiguen los
esfuerzos para que numerosas unidades y centros de nueva creación abran sus
puertas en los próximos días en la populosa urbe santiaguera. Todo requiere
trabajar con más rigurosidad, entrega y responsabilidad para alcanzar servicios
de mayor calidad y eficiencia.
En este sentido resulta decisivo el impulso y la
participación activa de los trabajadores, quienes tienen el encargo de no solo
brindar eficientes servicios para la satisfacción plena de la población, sino
también exhibir una urbe limpia, ordenada e higiénica donde la prioridad esté a
la altura de una esmerada atención a las personas donde quiera que se
encuentren.
De lo que se trata, a partir de ahora, es ir de lo simple a
los profundo, o sea, asumir con convicción los novedosos desafíos y los valiosos
compromisos de hacerlo todo bien para que la normalidad acreciente en cada
jornada la vida cotidiana de los santiagueros y santiagueras.