Las personas se asombran al verlas reconstruyendo una casa
en Cayo Granma mientras cargan sacos con materiales o preparan la instalación
eléctrica. Son mujeres de apariencia delicada y carácter fuerte, que rompen
esquemas para hacer realidad sus sueños.
"Adoro la restauración de monumentos y quisiera, en el
futuro, ver alguna obra mía en la ciudad. Me motivé por la herrería porque en
mi casa hay un taller y desde niña observaba el trabajo con las rejas, el
proceso de soldadura, el afilar de un cuchillo. Me encantaba aquello, pero
nadie tenía la voluntad de enseñarme. Unas amistades me hablaron del curso y
dije ésta es mi oportunidad.", expresó Evelyn Reyes, la única hembra que
cursa el primer año de herrería-hojalatería.
La Escuela Taller "Ugo Luisi", de la Oficina del Conservador de
la ciudad, les brindó la posibilidad de aprender oficios tradicionalmente
asignados al sexo masculino. Ramón Cobas Avivar, director de la institución,
relata cómo nació el proyecto:
"La idea de tener mujeres surgió con la misma fundación
de la escuela, el 28 de enero de 2003. Hubo que luchar contra dos grandes
obstáculos, primero, las propias muchachas que no se convencían de poder
ejercer esos oficios; además, el tema no estaba muy popularizado. El segundo y
peor, los profesores que no querían a las jóvenes, no les tenían confianza.
Decían que estos eran trabajos de hombre, al extremo de que venían muchachitas
a matricular en albañilería o herrería, y los profesores les recomendaban
estudiar yesería.
"Contra eso hubo que luchar muy fuerte, y felizmente
quedó un poco atrás, capacitamos a los profesores en el tema de género gracias
a la ayuda de la socióloga Marilyn Peña y de la Red de Educadores Populares. Todavía esa
tendencia machista subyace en algunos, aún cuando hemos impuesto como norma que
si entran cien bisoños, 50 han de ser mujeres. Así hemos llegado hasta hoy con 40
alumnas, de una plantilla de 166 estudiantes."
No obstante, los prejuicios y estereotipos sexistas de
ciertos instructores han hecho víctimas de discriminación a varias chicas,
Evelyn entre ellas:
"En cuanto entré todo el mundo me señalaba Así que tú eres la herrera, y el
profesor al verme dijo Tú no puedes con
nada aquí ni con el yunque, deja que empiece el horno y la soldadura, prepárate
que te voy a enseñar. Un día me preguntó ¿Tú quieres trabajar? , y cogió la pulidora y me dijo Toma para que veas como pesa, duele y cansa.
La cogí -ningún varón del grupo la había sujetado antes-, y me puse a picar,
cuando corté el hierro y le quité los remaches a la reja colonial me sentí
segura de mí misma."
Sin embargo, María Eugenia Zamora tiene una experiencia
diferente: "En el taller el profesor siempre nos apoya, nos pide que seamos
un poco más fuertes. Entré a la escuela tratando de ingresar a mi vida muchas
cosas que no sabía de la construcción y del diseño con yeso, pues siempre me
han dado curiosidad las obras y esculturas de la calle Enramadas.
"Me di cuenta que la albañilería es bonita y trabajosa,
mi abuelo era albañil y plomero, yo lo veía trabajar y quería ayudarlo, pero me
decía que eran labores de hombre y que era mi hermano quien debía observarlo
por ser el varón, no yo, pero mi hermano se aburría y lo dejaba, como le insistí
aprendí con él muchas técnicas.
"La mujer debe hacer de todo, cuando tiene necesidad de
cubrir un agujero en la pared qué es mejor, cementarlo por sí misma o esperar que
llegue un hombre a hacerlo. Desde que empecé a estudiar me siento más útil y capaz."
En cada uno de los oficios tradicionales que enseña la
"Ugo Luisi" (herrería-hojalatería, carpintería, albañilería ahora unida
a yesería, plomería, pintura de obra, arqueología, electricidad y jardinería)
hay representación femenina, con un rango de edad entre 18 y 40 años. Cada día
se forjan allí como dueñas de sus destinos, jóvenes implacables ante los patrones
patriarcales y machistas.